3 - EN BUSCA DEL AMOR PERDIDO

EN BUSCA DEL AMOR PERDIDO
Jesús dijo "quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra", lo mismo puede decirse a nivel psicoanalítico: "quien esté libre de neurosis, que diga que es normal". Todos tenemos heridas que cargamos desde nuestra niñez, de alguna manera hemos sufrido un mensaje distorsionado sobre lo que es el amor.
En el diálogo anterior dijimos que aceptamos y aprendemos el amor como un lenguaje (si te hablan en ingles aprendes el ingles, si te hablan con rencor aprendes a ser rencoroso), pero nuestros padres no son perfectos, primero porque ellos a su vez han sufrido por parte de nuestros abuelos sus carencias y si no las han superado las heredamos nosotros. Cuando leemos en la Biblia que los pecados de los padres recaerán sobre los hijos durante muchas generaciones, no se trata de venganza, sino de consecuencia, es una cadena, y todos somos llamados a romper estas cadenas para liberarnos. En segundo lugar, porque con los hijos los padres hacen experiencia, son novatos, nadie nace padre o madre, los hijos son seres libres y todos reaccionan de una manera diferente, somos libertad en movimiento, no se pueden catalogar, planificar, prever. Es normal que el padre y la madre se equivoquen al aprender su "oficio", pero no es normal que no sepamos después solucionarlo. En este lenguaje del amor sufrimos 9 heridas, veámoslas: 

LAS 9 HERIDAS DE LA INFANCIA
¿Por qué solo hay 9? En realidad podría haber muchas heridas, pero el número 9 se toma para centrarse en un punto de referencia que sigue una ley esotérica, llamada ley del nueve, bien conocida en la figura geométrica del eneagrama, pero también en las secuencias de Tesla. El 9 es un patrón de vida, no es casualidad que los meses de embarazo para nacer sean alrededor de los 9 meses. 9 es simplemente un trazo, un boceto que sigue un camino geométrico. La figura del eneagrama esconde un misterio esotérico de fluidez, sus trazos son movimientos internos, son danzas, son empujones, son pistas. Aprender a leerlos es aprender a conocerse a uno mismo.
No son puntos fijos ni catálogos esquematizados, como los eneatipos de Naranjo e Ichazo, son corrientes energéticas, vibraciones que viajan como savia dentro de un árbol, por eso algunas personas también sufren varias heridas a la vez y no solo una, y es por eso que incluso a partir de estas heridas se forman los 9 arquetipos básicos de los arcanos del tarot, que son los mismos de nuestro carácter que se mezclan entre sí, porque tenemos no solo una herida, a veces tenemos màs de una. Por lo tanto, debemos ser flexibles, no rígidos, de lo contrario corremos el riesgo de no encontrarnos en estos esquemas o catálogos fijos, porque nosotros no somos paquetes estándar, somos muy complejos y en evolución, aùn màs si maduramos estamos siempre en movimiento.
Las heridas son 9. Pero 3 son por exceso de amor y las otras 6 por falta de amor:
- Pretender
- Abandonar
- Adorar
- Limitar
- Rechazar
- Modelar
- Traicionar
- Ser justo
- Proteger
En el orden que las hemos puesto, siguiendo geométricamente la ley del triángulo, las heridas por exceso son la 3º, la 6º y la 9º ... las demás son por falta (seguimos este orden para poder acercarlo y encajarlo sobre el eneagrama). En las próximas charlas veremos las heridas una a una, cada una con su luz Yang y su sombra Yin, es decir su aspecto sea positivo que negativo, ademàs de cómo cada una se encaja en los arquetipos simbólicos de los arcanos del Tarot.


CÓMO SE FORMA Y TRANSFORMA UN CARÁCTER
Si recordamos bien (ya explicamos en el curso en busca del alma perdida) tenemos 3 fuerzas que nos empujan a buscar el sustento: fuerza entérica (alimento material) fuerza cardíaca (alimento emocional) fuerza cerebral (alimento intelectual). También habíamos dicho que todos nosotros de niños, unos más y otros menos, sufrimos heridas en el amor, mensajes distorsionados, un lenguaje erróneo y crecemos pensando que muchas cosas son amor pero en verdad son egoísmo al estado puro. Estas heridas las hemos catalogado en 9 (3 por exceso de amor y 6 por falta de amor), esto para seguir una secuencia matemática (3,6,9 un código energético universal).
¿Qué hace el niño con esa herida? actúa como la ostra con su herida: la cristaliza (atención, la cristalización es una fase de transición de la materia, de líquido a sólido, es por tanto una transformación que implica una disminución de la entropía. Cristo no es más que eso: es quien resuelve, salva, transfigura, toma un estado líquido de la psique  (el pus=trauma) y la hace fuerte, sólida, la convierte en una virtud, la perla de la ostra; de esta manera se forma la perla dentro de la ostra y se forma también el carácter en el alma. Así la entropía (desorden) disminuye, la psique transforma ese defecto y lo convierte en virtud, pero hasta que la persona no sepa que es un defecto, será víctima de compensaciones psicológicas. Ahora pasemos a analizar con calma y hagamos 9 ejemplos, uno para cada arquetipo o enearcano (un arcano del tarot junto con un eneatipo), uno para cada tipo de herida diferente:

PERCEPCIÓN DIFERENTE DE UN ÚNICO MODELO
A pesar de tener los mismos padres, cada niño actúa y entiende los modelos de forma diferente (es un misterio al que no se le ha encontrado respuesta, las causas pueden ser muchas: influencias sociales, factores culturales, condicionamientos, etc.) Es sumamente importante tener presente este esquema para entender que no se puede colocar a las personas en esquemas rígidos y absolutos, los expedientes médicos solo sirven como guías, nunca como leyes fijas. Veamos este ejemplo:
-Primer hijo: Mamá es maravillosa, hace de todo, se queja un poco demasiado, pero es perfecta, me gustaría tener una mujer como ella, así que seré duro con las mujeres. Seré como mi padre para tener una mujer como mi madre
- Primera Hija: Mi madre tiene razón, pobrecita, mi padre es horrible. Nunca me casaré. Me haré monja.
- Segundo Hijo: Mamá tiene razón, los hombres son horribles, no quiero ser hombre. Pero quiero redimir a mi padre: amaré a un hombre.
- Segunda hija: Pobre papá, nadie lo quiere, yo lo haré.
- Tercer hijo: No quiero ser como mi padre, mamá no se lo merece, es una buena mujer. Quiero ser un hombre comprensivo para merecer una buena mujer.
- Tercera hija: Mamá tiene razón, los hombres apestan, amo a mi madre y amo a las mujeres también, nunca con un hombre.
- Cuarto hijo: al diablo con la familia, me quedo soltero y solo pienso en divertirme.
Entonces, 7 niños con los mismos padres recibieron diferentes mensajes del mismo modelo, porque el lenguaje de las emociones moldea la psique y la estructura de manera diferente en cada uno de nosotros. Teniendo esto en cuenta, ahora podemos analizar las 9 heridas de la infancia:


PRIMERA HERIDA
HERIDA DE LA PRETENSIÓN (POR EXCESO)
Seguro que habrás conocido a personas obsesionadas con la limpieza, la precisión, muy meticulosas. Si tienen una mota de polvo en su escritorio o una pequeña arruga en su vestido, ya no pueden hacer nada, se ponen ansiosos. Por supuesto, no hay nada de malo en apuntar alto, siempre con ganas de mejorar, en definitiva, esperar lo mejor de ti mismo. Muchos de ustedes podrían definir estos objetivos como absolutamente positivos y dignos de elogio, pero no siempre es así, a veces esta actitud va más allá y se convierte en un perfeccionismo patológico, detrás de la perfecciòn se esconde una herida, un defecto, la perla del ostra. Ser un perfeccionista in un mondo imperfecto se convierte en un suplicio tanto para esa persona como para quienes la rodean.
La causa tiene sus raíces en el rígido y exigente entorno familiar en el que crecido la persona, al niño se le inflige una herida llamada "pretensión", de èl se pretende que no se equivoque, se pretende que tenga todo en orden, que no se ensucie con la tierra y por lo tanto tiene que tener todo bajo control, se pretende que apunte a la máxima eficiencia. Esta exigencia le crea una herida: si no soy perfecto, no valgo nada, si no hago el máximo decepciono a los demás. Estas personas creen que el amor es un trofeo: soy amado si soy perfecto. Les aterroriza fallar, ni siquiera piden ayuda cuando lo necesitan porque esto decepcionaría a los demás, tienen baja autoestima, para ellos el error no es parte del aprendizaje normal, es un fracaso. Son estrictos, intransigentes, pero en realidad los perfeccionistas tienen un ego frágil, con una gran necesidad de autonomía. Le teme apegarse o encariñarse porque podría darle a otros poder sobre él, debe ir un paso por delante de su oponente porque tiene un fuerte deseo de control, sigue una lógica rígida "o todo o nada" y tiene grandes exigencias sobre sus afectos.
Estas personas necesitan ser educadas de nuevo, el punto de partida es su imperfección que esconden, que temen mostrar, para hacerles entender que en la naturaleza la perfección en sí no existe, todo es perfectible pero nunca perfecto, todo está en progreso, en crecimiento, por lo que hay lugar para la imperfección sin ser condenado, juzgado o no amado.
 Sin embargo, hay algunos hijos que no se someten a las leyes de sus padres, son rebeldes, por lo que ante las exigencias de la perfección, reaccionan con calculada mediocridad. Por tanto, la pretensión provoca dos heridas, una por exceso (perfeccionismo) y otra por carencia (mediocridad). Ahora veamos las características del mediocre:

PRIMERA HERIDA
HERIDA DE PRETENCIÓN (POR FALTA)
Si la petición de exigencias conduce al perfeccionismo maníaco, su contrario es cuando el niño no acepta las exigencias, se rebela, pero lo hace de forma calculada, en definitiva, lo hace por despecho. Por exceso la pretensión forma el perfeccionismo, por falta la mediocridad. De esta forma no hace las cosas pero ni siquiera se niega totalmente a sí mismo haciéndolas, digamos que las hace a medias. De hecho, la palabra mediocridad proviene de "medio", permanecer neutral, en el medio, sin decidirse. Es el único término medio que no está equilibrado, la única vía del medio que es equivoca. El mediocre es inconcluso, pero en el fondo no quiere dar satisfacción a las pretensiones de los padres. A nivel social es lo mismo: la ley es perfecta, entonces hago lo mínimo para no ser castigado pero no lo hago completamente para no dar satisfacción a los demás.
  Los mediocres eligen no hacer, no arriesgar, no descubrir, no intentar, no equivocarse, no ver y no encontrar. Una persona que se permite permanecer mediocre simplemente no alcanza su máximo potencial, ya que no hace ningún esfuerzo más allá de su zona de confort. Vivimos en una sociedad mediocre, precisamente porque hay muchas pretensiones: de los políticos, gobiernos, religiones, publicidad, capitalismo, pretensiones del mundo del trabajo. ¿Y cuáles son los resultados? Tenemos médicos mediocres, psicólogos mediocres, policías mediocres, políticos mediocres, curas mediocres…etc.

SEGUNDA HERIDA
HERIDA DE ABANDONO (POR EXCESO)
Segunda herida: abandono. Esta es una de las heridas más frecuentes que sufrimos en nuestra infancia, sobre todo en épocas como la nuestra donde, para formar una familia, los padres tienen que dedicar casi todo su tiempo al trabajo y a su desarrollo social, por lo que abandonan a sus hijos y se limitan, como se hace con el perro y el gato, a llevar solo comida y ropa a casa, descuidando el cariño, el diálogo, la complicidad, los intereses comunes, etc. Por eso hablamos no solo de un abandono físico y radical (como cuando el padre o la madre muere o dejan la familia) sino también de un abandono emocional, cuando tus padres no te hacen caso, no dialogan contigo, no miran tras tus intereses y se limitan a ser patrocinadores, cajeros automáticos y no màs. Entonces el niño puede tenerlo todo a nivel material (hogar, comida, ropa, juguetes) pero a nivel psicológico y espiritual le falta todo (confesiones, perdón, escucha, cariño, una caricia, un cuento de buenas noches, un consejo e incluso un reprimenda). Increíblemente es menos peor cuando el abandono es por la muerte del padre: se ha ido, paz, no hay nada que puedas hacer, lo superas, no hay culpa, es la naturaleza. Cuando, en cambio, el padre o la madre abandona a la familia, este tipo de abandono se convierte en una segunda herida: el rechazo, porque un niño nunca entenderá por qué ha sido abandonado, inconscientemente lo leerá como un rechazo (pero esta es la quinta herida). El abandono se convierte en un punto negro, un agujero negro que succiona todo el amor del niño, por eso crece hambriento de cariño, de atención, de aprobación, de comprensión. Es un huérfano sentimental, emocionalmente dependiente, se mantiene por temperamento muy infantil, inseguro, tímido y, por supuesto, siempre se siente víctima de cada evento (porque fui abandonado).

HERIDA DE ABANDONO (POR FALTA)
A diferencia del niño que sufre el abandono por exceso, esta tipología en cambio rechaza el abandono de inmediato y lo combate con la misma arma: abandona todo y a todos los que le rodean, absorbiendo así el abandono como forma de vida y vengándose, no busca los demás sino que los evita, no quiere la dependencia emocional y teme ser elegido, le encanta vivir en su mundo abandonado, crea una burbuja de aire a su alrededor con la que se protege para no ser lastimado nuevamente. Le encanta estar solo, tiene pocos o ningún amigo, todo el mundo fuera de su isla mental es una amenaza. Es desconfiado, quisquilloso, pesimista, amargado, triste, nostálgico, no pocas veces una persona aguda, intuitiva y muy sensible, pero muy reservada. Si logras ganarte su confianza y penetrar en los muros de su corazón, se vuelve fiel y devoto de ti, pero el riesgo es que quiera encerrarte en su torre (su vida) dentro de sus muros emocionales. Te adorará como a un Dios pero no podrás salir de su santuario fácilmente (es una tipologia que se vuelve un eneatipo 5 no obstante tenga sus raíces en el eneatipo 2)

TERCERA HERIDA
HERIDA DE ADORACIÓN
Esta es la tercera herida, recuerda que las heridas 3, 6, 9 (secuencia Tesla) son heridas por mucho amor, mientras que las otras son por poco amor. Aquí nos encontramos con un niño adorado, es un Dios en la tierra, sus padres están a su servicio, no pueden decirle que no, para ellos el niño es una divinidad, no ven en él errores ni defectos, ellos complacen todos sus caprichos pensando que es una demostración de amor. Esta herida es siempre por exceso, no está por falta, porque el niño es demasiado pequeño para escapar a esta tentación de ser un Dios, el aspecto voluptuoso y placentero se rinde inmediatamente, no puede negarse a tal trono y dignidad, él inmediatamente lo lee como un deber y merecido regalo de amor. Si es hijo único es aún peor, porque el mensaje es siempre el mismo: eres único como Dios es uno solo. Si tiene hermanos los somete y lo hará con amigos y compañeros de escuela o trabajo, todos deben servirle y termina siendo un tirano. Su espíritu es el de un Narciso crónico, sus ambiciones son las de un megalómano. Cualquiera que no cede a sus caprichos es castigado, incluso a sus propios padres él los trata con crueldad.
Amar a alguien es hacerle bien por eso hay que enseñarle que la vida también está hecha de límites, de "no", de caídas y espacios prohibidos. Este tipo de amor ilimitado es enfermizo y psicópata, sería como decir "ya que el chocolate es bueno, entonces dejemos que el niño coma dulce hasta la leucemia", incluso el exceso de bien se vuelve mortal y dañino, el bien se vuelve un mal. Esto no es amor, es permisividad, ceguera emocional y debilidad de carácter.

CUARTA HERIDA
HERIDA LIMITANTE
Los límites son necesarios en la vida siempre y cuando sean una herramienta de crecimiento, por ejemplo: la cuna del bebé tiene un cerco, para que no se caiga y se lastime, pero si lo dejas toda la vida dentro de un cerco, para él la cuna se convierte en un mal, en una prisión. Algunos padres continúan a lo largo de su vida poniendo cercos y barreras morales, mentales y sentimentales a sus hijos. Su frase favorita es "No puedes", ejercen su autoridad sin dar ninguna razón, solo saben negar y limitar: "olvídalo, no puedes hacerlo", "no eres bueno, así que ni lo intentes”, “No, porque NO y ya”. En este ambiente el niño crece con las alas cortadas, las manos atadas, las piernas amputadas, el corazón aplastado, la mente cerrada. Este es el caso de los niños que han sufrido los límites por exceso. Pero hay niños que no se someten al "No", no les basta, quieren una razón para la prohibición y no están tranquilos hasta que encuentren esa razòn, necesitan saber el por què de la prohibición. Aquí nace el límite por falta: Estos niños desarrollan en su interior otro mundo, a veces incluso ingenioso, mientras que en el exterior todo es limitado para ellos, en el interior descubren espacios sin fronteras. Con los años entiende que esos límites no sólo son absurdos sino que son el aporte o el empujón, el resorte, la motivación para traspasarlos, sabe que las reglas están hechas para romperlas, pero corre el riesgo de no entender que los límites no deben cruzarse siempre.

QUINTA HERIDA
HERIDA DEL RECHAZO
Esta es la quinta herida de la infancia, una de las más complejas, porque vivimos de amor y siempre tratamos de ser aceptados, esto nos da seguridad, certeza y valor, en cambio el rechazo nos empuja al vacío psíquico llamado: falta de autoestima. Cuando somos niños rechazados, crecemos pensando que no vales la pena, que no mereces vivir, que no mereces ser amado. Un niño nunca podrá darse una razón por la que un padre lo rechaza, si me diste la vida ¿por qué me desprecias después? Hay muchas formas de rechazar a un hijo: el padre abandonando a la familia, o no aceptando tus diferentes formas de ser. Es importante hacerle entender al niño que respetas, por ejemplo, su música aunque a ti no te guste, pero yo haría todo para que tú puedas escuchar ese tipo de música, o tu forma de vestir, tus ganas de tener un tatuaje... algunos padres no aceptan ninguna diversidad en sus hijos, quieren que sean fotocopias de los padres y rechazan todas sus iniciativas, quieren que hagan una carrera en la universidad que les guste a los padres, que encuentren un novio como le gusta a la madre... sino te rechazo, no te acepto.
Una cosa muy importante a considerar es que nuestra psique, cuando se siente amenazada, instintivamente (por lo tanto no de manera racional) actúa como el animal: o ataca o huye. Pongamos un ejemplo: el niño se niega a hablar contigo y siempre permanece en silencio (estrategia de escape, está huyendo de ti) o el niño te responde enojado (estrategia de ataque, te está alejando). Así que analicemos tanto la fuerza de ataque Yang (por exceso) como la fuerza de escape Yin (por falta):

RECHAZO POR FALTA (YIN)
Debemos entender que un niño nunca culpará a sus padres, su psique es virgen, inocente, si es rechazado siempre elabora el golpe de esta manera: “si me rechazan es que no valgo, fui yo que hice algo malo”, la psiquis del niño toma siempre toda la culpa. De esta manera el niño, al crecer, se rechaza a sí mismo y a sus límites. Quien sufre la herida del rechazo inconscientemente tiende a comportarse de tal manera que atrae situaciones en las que será rechazado (es una forma inconsciente de autocastigo), es un auto sabotaje que nuestro Ego se hace a sí mismo, un auto gol. Se trata de dinámicas sutiles e invisibles, pensemos por ejemplo que el masoquista cree merecer el maltrato y lo acepta como castigo, para reparar o pagar la culpa del rechazo. La persona al no sentirse aceptado, adopta un comportamiento tímido, se esconde, se niega a estar con los demás, siempre huye, no quiere llamar la atención, incluso se vuelve desagradable o antipático. Cuando encuentra a alguien que lo evalúa, pierde la cabeza: "Haría cualquier cosa para no ser rechazado, incluso rechazarme a mí mismo para complacer a los demás". Este impulso introspectivo hace que este tipo de persona sea muy inteligente, porque siempre reflexivos, le encanta estar solo y esto lo vuelve hipersensible, por lo tanto, capaz de captar los matices de las acciones y las emociones.

RECHAZO POR EXCESO (YANG)
La otra fuerza para reaccionar ante el rechazo es el ataque, por lo tanto “ya que me rechazas, te doy una razón válida para hacerlo”, el niño se vuelve gruñón, irritable, muy rebelde, fuerte espíritu de contradicción, no importa si le ofreces lo que le gusta o no, le importa solo rechazarte, incluso rechaza lo que le gusta (solo le gusta rechazar). De alguna manera, aunque sufra rechazo, asume el mismo mecanismo de defensa. Este lenguaje emocional es ambiguo, propio de aquellas personas que se esconden esperando que los demás recurran a ellos y los busquen, piensan que su ausencia hará sufrir a los demás. Se hacen esperar, se hacen desear; en una pelea les gustaría mucho que el otro se disculpara o pidiera una aclaración, pero primero no pueden disculparse ni hacer las paces y sin embargo en silencio lo desean atrozmente.
Lo primero que debes hacer para curarte de la herida del rechazo es aceptar el rechazo: no dependes de los demàs, nada te cambia si lo aceptas. Acepta con serenidad que no puedes complacer a todos. De esta forma desactivas el poder destructivo de la experiencia del rechazo. Lo cual, como repito, es parte de la vida y de ninguna manera define tu valor.

SEXTA HERIDA
HERIDA DE MODELAR
La sexta herida es muy sutil y profunda, muchas veces imperceptible para los padres que no se dan cuenta de que su amor es egoísta, piensan que quieren un hijo a su imagen y semejanza, un poco como Dios con el ser humano, y tratan de darle forma a su gusto con la sacrosanta excusa "yo sé lo que os conviene, porque yo tengo experiencia y vosotros no". Primero inculcan una sobredosis de amor en el niño, para ganarse la confianza del niño, esto parece completamente normal y hasta una acción hermosa y loable, pero luego comienzan a formar su propia imagen en el niño: "Vístete como yo, no tu pelo así no, hazte este peinado, escucha mi música, ten la profesión que yo hice, sigue mi ejemplo, no tienes que tener esas amistades, te diré con quién te puedes juntar, etc...", obviamente el niño es demasiado pequeño para comprender esta trampa, hasta los 7 años los niños ven en sus padres a su superhéroe, los padres son su Dios, lo son todo y sin reticencias imitan a sus padres: es natural imitarlos de todos modos porque son el modelo con el que crecen. “Los niños nunca han sido buenos para escuchar a sus padres, pero nunca dejan de imitarlos”, dijo James Baldwin. Entonces no hay necesidad de modelarlos, por naturaleza imitan, lo que debe hacer un padre es dejar que el niño encuentre su propia identidad y se exprese a su manera. Si el padre continúa con la pretensión de querer modelar al niño, anulará su personalidad, creará en él una coraza artificial de la que le será muy difícil salir. Esta herida è sempre por exceso de amor, nunca por falta, hace parte de la combinaciòn 3,6,9 siendo la nùmero 6.

SÉPTIMA HERIDA
HERIDA DE TRAICIONAR
La séptima herida infantil es la traición, actitud que tiene muchos matices, gradaciones, tonos, variaciones, características. Usualmente el trauma sexual en el que vive nuestra sociedad le ha dado a esta palabra un valor puramente sexual por lo que la traición es vista como una cuestión de engaño e infidelidad. Traicionar etimológicamente significa dar algo demasiado, que no es debido (compuesto por tra- "más allá" y dăre "dar"). ¿Cómo puede un padre engañar a un hijo? muy fácil: cuando le dice al niño que no diga mentiras en cambio el padre es un mentiroso, cuando le dice al niño que no diga malas palabras en cambio el padre es vulgar, cuando la madre pide buen comportamiento en lugar ella da mal ejemplo. Cuando la madre habla mal del padre, cuando el padre encuentra un amante y traiciona la madre o viceversa, cuando el padre le pega a la madre pero exige respeto para èl que no respeta a la madre, son todos ejemplos de traición moral  emotiva... los ejemplos son innumerables. El niño pierde la confianza y nace en él el deseo desesperado de controlarlo todo, se vuelve suspicaz, desconfiado. Sobre esta herida el niño crea la perla de la fidelidad y la responsabilidad, desea la sinceridad, no soporta la mentira, tiene miedo de ser traicionado, por lo que le cuesta encontrar una pareja en la que pueda confiar plenamente.
Toda esta actitud anterior es cuando el niño asume la traición por falta, es decir, la sufre y cree merecerla, pero cuando la asume por exceso entonces el niño crece con la idea de que traicionar, mentir, decepcionar, no cumplir la palabra, no ser puntuales con las citas, etc... es completamente normal.

OCTAVA HERIDA
HERIDA DE LA JUSTICIA
La justicia humana siempre ha sido un concepto ambiguo, pues quienes la ejercen muchas veces terminan abusando de su poder porquè ningún ser humano es justo en manera absoluta. Apelamos a una justicia divina por lo que creemos que estamos respaldados por el mismo Dios, pero la justicia de Dios es imparcial, llena de misericordia, muy lejos del criterio humano. Algunos padres, sintiéndose en el lugar de este Dios, crían a sus hijos con el rigor de la justicia, pero no son como el Eneatipo 1 que recibe pretensiones de hacer cosas perfectas para convertirse en un ser superior, aquí los padres humillan a sus hijos, sintiéndose ellos seres superiores. Es una educación típica de personas muy moralistas, padres que se creen superiores a los demás y que sus hijos nunca deben decepcionarlos. Cuidado en defraudar el honor de la familia. Aquí sólo hay reglas que aplicar, nunca explicaciones que dar o pedir, hay una ley que cumplir sin reparos, obediencia ciega. Es la típica educación social, política, militar e incluso de algunos lugares religiosos (conventos, monasterios y seminarios). Son familias donde aparentemente todo siempre es perfecto, modales excelentes, etiqueta impecable, parecen soldaditos de plomo, sin embargo en el fondo hay una rigidez asfixiante y una presión que los petrifica, una bomba a punto de estallar, una fe que se derrumbará fácilmente con las pruebas del tiempo. Nos encontramos ante el enearcano 8 de la Giustizia. 
Esta herida por carencia o falta hace que el niño sea cruel y despiadado porque copiando tal modelo siempre quiere impartir justicia, por eso condena y critica todo pero no según un cuidadoso y profundo razonamiento y discernimiento sino impulsado por la emoción y por tanto juzga según su propia conveniencia del momento. En cambio, ésta herida por exceso convierte al niño en un rebelde porque al no aceptar la justicia intenta de cualquier manera ir en contra de ella, por eso nace en él el deseo de destruir la ley, el poder y nunca obedecer.

NOVENA HERIDA
HERIDA DE PROTECCIÓN
Novena y última herida infantil, al igual que el número 3 y 6, el 9 también es una herida causada por demasiado amor, un amor morboso, mimado, exagerado y por lo tanto extremo y todos los extremos se desequilibran por muy bueno que nos parezca, hasta el bien ciego se vuelve un demonio. Nos encontramos ante padres incompetentes, piensan que su hijo debe ser protegido, ayudado en todos los aspectos, son esos padres los que hacen los deberes de su hijo, le hacen las tareas de la escuela, le toman la temperatura aunque esté sano, temen que salga de casa porque le puede caer un meteorito en la cabeza, lo visten, siempre le preparan la ropa, él nunca tiene que hacer nada porque se puede lastimar, crece y no sabe vestirse solo porque no sabe dónde están los calzoncillos; en la cocina no sabe ni hervir el agua, se le evapora, mamá teme que encienda la estufa, se podría quemar. En definitiva, crían a un discapacitado mental, le hacen creer que está indefenso e incapaz. Siempre sintiéndose adecuado, obviamente se vuelve apático y ocioso. 

CONTRA LA DE PROTECCIÓN
Como siempre, las energías actúan de dos formas, ya sea por exceso (Yang) o por falta (Yin), por lo tanto, la protección por exceso es cuando el niño es sobreprotegido por los padres que lo vuelven inadecuado e inseguro. Pero no todos los niños pasan por esta campana de cristal, algunos reaccionan y la rompen, o se crea un valle de niebla entre ellos y sus padres, no hay relación activa y el niño se aísla en la inactividad, se encierra en su campana de cristal llamada ociosidad y repite el mismo santo patrón del protegido: aislado, ausente, adaptable, indiferente, pero pacífico, solidario, utópico, soñador. Se cree que no es valorado por lo que para él es inútil que se ocupe y esforzarse, mejor no hacer ruido para que no lo vean. Tiene entonces miedo a la confrontación, al cambio, a los problemas, todo eso trastorna su paz.

EL MAPA DEL CARÁCTER PERSONAL
Una vez identificadas las heridas a las que estamos más sometidos, podemos profundizar en cómo nos afecta la evolución de un trauma concreto. Para ello nos valemos o hacemos uso del eneagrama, pero no seguimos el pensamiento clásico de Naranjo o Ichazo, sino que desarrollamos las leyes geométricas llamadas espejos: vernos en la sombra de los demás, un método eficaz para ver lo que está escondido en nosotros y que normalmente podemos ver muy bien en los demás, por eso se nos da tan bien dar consejos pero no ponerlos en práctica. Para ello os remitimos a nuestro tratado sobre los Enearcanos en el blog del Tarot