Ajedrez esoterico


SOMOS PIEZAS DE AJEDREZ EN EL TABLERO DE LA EXISTENCIA
La vida es demasiado corta para jugar al ajedrez, dijo H.J. Byron, pero demasiado larga para comprender que a través del ajedrez se pueden entender los infinitos movimientos de la vida misma. El tablero de ajedrez es el símbolo de la eterna lucha del Espíritu contra la Materia, del mal contra el bien, de la luz contra las sombras, de la conciencia universal contra el ego, del Ser versus el No Ser. Los colores blanco y negro son los dos principios de la dualidad y la alteridad, del flujo entre un movimiento y otro que nos muestran el camino de desarrollo para tener siempre el control total de nuestro ser que aprende a tomar decisiones correctas tanto en situaciones positivas como negativas.

"Todos los errores están ahí en el tablero, listos para cometerse".
Savielly Tartakower

MÁS QUE UN JUEGO ES LA VIDA DEL DUAL
Este juego esconde una dimensión esotérica, la del dual (Yin y Yang), blanco y negro, bien y mal, interior y exterior, luz y sombra, virtudes y vicios, etc. Una mente que vive en el dualismo dirá inmediatamente: pero si las blancas son buenas y son el espíritu entonces las negras son sólo maldad y materia, por lo tanto un jugador está en lo contrario y el otro en el extremo opuesto. De hecho, así es como vive la gente dividida en su interior. Quienes viven en cambio en la visión dual (no dualismo sino dualidad), en la visión unitaria, entienden que el jugador con los peones blancos tiene peones que pueden mover sobre los espacios negros (como el alfil, por ejemplo, siempre sobre las negras aunque sea un alfil blanco y viceversa). No es el color de las piezas sino la capacidad de moverse en los espacios lo que determina su esencia.
Estas líneas blancas y negras que se cruzan continuamente son nuestras acciones, sentimientos, pensamientos, emociones... es un flujo continuo de movimientos, acontecimientos en todas las direcciones, pero con un solo objetivo: permanecer en pie el mayor tiempo posible. Como en la vida. Por eso el tablero de ajedrez encarna nuestra vida, donde estamos llamados a luchar por el triunfo de nuestros ideales y alcanzar nuestras metas. 

ORÍGENES HISTÓRICOS DEL AJEDREZ
El nombre original del ajedrez es la palabra persa شاه shāh y significa Rey. El ajedrez llegó a España a través de los árabes en el siglo IX, pero los árabes lo habían conquistado cuando invadieron Persia y como toda conquista trae consigo modificaciones y adaptaciones al mundo de la nueva mentalidad, de hecho en Persia el juego se llamaba Caturaṅga, es un antiguo juego indio que se presume es el precursor más acreditado del moderno juego de ajedrez. La palabra caturanga significa "ejército compuesto de cuatro elementos" o más literalmente "cuatro filas". Cuanto más íntimo se vuelve el juego, más se reduce a un juego de dos personas, como la sexualidad, por lo que todos los juegos donde existe esa alteridad, esconden las leyes del espíritu ante la existencia. Por lo tanto, en su evolución, el ajedrez también demuestra la conquista de su propio espíritu de lo Absoluto: un solo Rey que puede vivir (jugar) si hay otro Rey con quien compararse.


ZARATUSTRA LE DA JAQUE MATE AL REY KHUSRAW
El profeta Zaratustra fue el fundador histórico del Ajedrez, en el Irán arcaico, pero en la antigua India (cuna original del ajedrez) se dice que fue inventado por el sabio brahmánico Sissa a petición del Raja Balhait quien le había pedido que concibiera un juego en el que el poder de la mente podía prevalecer sobre el destino y por tanto la suerte no podía tener la más mínima influencia.
La tradición dice que el rey Khusraw estaba tan contento con el "invento" de Sissa que, a raíz de su entusiasmo, le dijo que le pidiera cualquier cosa, cualquier deseo, a cambio. El sabio brahmán no pide oro, caballos ni mujeres, sino que quería un grano de trigo en la primera casilla del tablero, 2 granos en la segunda, 4 en la tercera y, por cada casilla siguiente a la anterior, que la cantidad siempre debería duplicarse hasta que las 64 casillas estuvieran completamente llenas con granos de trigo de acuerdo con este procedimiento... "¿Eso es todo?" dijo el Rey. Inmediatamente llamó al Gran Maestro de Ceremonias y le ordenó que le diera el grano a Sissa, pero después de un cálculo informaron al Rey que la cantidad total de trigo que se enviaría a Sissa era tan grande que no podía existir en todo el imperio. De hecho, para satisfacerlo completamente, se ha calculado que toda la superficie terrestre tendría que ser cultivada al menos cinco veces y ¡quizás eso no fuera suficiente! El número de granos desde un punto de vista matemático es, de hecho, 2 elevado a la 64ª potencia menos 1 o, utilizando una terminología muy apreciada por Scrooge McDuck, varios miles de millones. Para ser precisos 18446744073709551615.
El rey consternado supo que no podía cumplir cualquier promesa, que una simple acción como un grano de trigo podía tener infinitas repercusiones. Ésta es la primera y fundamental regla espiritual del ajedrez: cada acción tiene una evolución infinita de consecuencias en el tiempo, ningún hombre, por poderoso que sea, puede gobernar el Ser.
Zaratustra entonces le reveló que no quería ese trigo en absoluto pero que su verdadero propósito era enseñarle al rey una lección importante y tras lo cual se retiró a meditar en el bosque.

EL JUEGO DEL EGO
El ajedrez es el juego del Ego por excelencia: todos piensan en el Rey, el Rey piensa que todos piensan en Él. Todos trabajan para él, Él trabaja sólo para sí mismo. Es muy interesante descubrir cómo este peón encarna el arquetipo universal de lo Absoluto, aparentemente tan necesario pero en parte tan inútil. Es el viaje del Todo a la Nada, es el camino iniciático que puede ayudarnos a descubrir nuestras debilidades y límites del Ego, el primero de los cuales es su sentimiento de ser ilimitado, megalómano, indispensable. En torno a esta conciencia podemos desarrollar conocimiento sobre nosotros mismos, aprendiendo que la vida gira enteramente alrededor del Rey y ahí es donde reside la belleza del fluir de la existencia, porque en fondo hasta el màs miserable piensa de merecerse un reino.

“Aiòn (el Tiempo) es un niño que juega a
mover las fichas de un tablero de ajedrez;
el señorío pertenece a un niño."
-Nietzsche-

LA MISERIA DEL REY
El Rey... es limitado en sus movimientos, lento, el peso de su importancia lo vuelve casi engorroso, como todo gobernante todo gira en torno a él pero en comparación con los demás hace poco o nada. Se dice que el Rey sentado en el retrete del baño es igual al último de los miserables mortales, es un peón común y corriente, el baño es el trono más veraz, allí se sienta la vulnerabilidad humana. El Rey siempre es defendido, sólo al final, ahora necesitado, cuando todos se han sacrificado por él, se ve obligado a defenderse y aquí viene el personaje del rey verdadero y falso: el falso dice que no pelea, porque su grandeza no es digna de ensuciarse las manos, desdeña la vulgaridad del conflicto físico, pero en realidad es un cobarde y mezquino, se rinde inmediatamente. El verdadero Rey, en cambio, lucha, se mueve lentamente como un Samurai pero es eficaz, sabe protegerse cortando espacios y arrinconando al Rey enemigo.
El Rey es la única pieza que no muere, solo lo destronas, para él como todo hombre de poder no hay peor muerte que perder la corona y vivir sin poder como todo mortal común, de hecho una vez amenazado sin salida, no hay una captura completa, sino que la pieza se inclina horizontalmente sobre el tablero y su reinado termina. Matar reyes era considerado un gesto vulgar y plebeyo, la venganza era dejarlo con vida viviendo la vida de un simple campesino (Peón). Se creía el centro de atención pero en cambio era el objetivo de todos, es el precio a pagar por tal importancia que muchas veces resulta ser arrogancia o simplemente una ilusión divina, demasiado humana para ser comprendida.


MÁS QUE UN JUEGO ES UNA FILOSOFÍA DE VIDA
Cuando ordenas el tablero de ajedrez ordenas un simbolismo antiguo, entras en el rito perpetuo de una lucha que tiene al mundo entero como teatro y a nosotros las piezas o peones con los que debemos interactuar. A menudo nos sentimos como peones en manos de una mente organizadora o manipuladora. Pero también son el reflejo de nuestra lucha interna entre el bien y el mal en el tablero de ajedrez de la existencia. Pero una vez que conoces las piezas, sabes que en realidad no es una lucha entre el bien y el mal, sino entre la ignorancia y el conocimiento, donde todos pueden volverse ambiguos. Las tropas ligeras, representadas por los peones, forman la primera línea, mientras que el grueso del ejército está formado por las tropas pesadas, los carros de guerra (las torres), los caballeros (los caballos) y los elefantes de combate (los abanderados alfiles) que son también mensajeros diplomáticos, espías, infiltrados; el rey y su dama, o su "consejera", son en cambio el corazón siempre luchando, siempre amenazado, siempre alerta, el Reino siempre en peligro o siempre por delante de las conquistas.
El reino tiene sus coordenadas, como los puntos cardinales y son 4 (2 reinas y 2 reyes)
El orden interno tiene el número de organización perfecta, 12 (4 torres, 4 alfiles y 4 caballos), así como hay 12 apóstoles y puntos de orientación en el zodíaco (son el triple de los gobernantes). Israel tambiè se divide en 12 tribus, porque es un número simbólico de orden.
La masa o el pueblo son 16, los más numerosos, es la masa, la fuerza más poderosa pero inerte, pasiva (son el cuádruple del número de los reales). El 16 en el Tarot es la Torre, la construcción por excelencia, de ella surgen los peones, la Torre es su guarnición, hogar, sociedad, ciudad.

EL TABLERO DE AJEDREZ DE LA EXISTENCIA
La forma del tablero de ajedrez corresponde al tipo "clásico" del Vastu-mandala, es decir, el entrelazamiento de líneas diagonales (horizontales) y columnas (verticales), el diagrama típico y clásico que reemplaza los cimientos de un templo o de una ciudad; muchísimas de nuestras ciudades no son màs que un tablero de ajedrez que se amplía gradualmente; pero son las coordenadas psíquicas donde nuestra alma se mueve entre luces y sombras, entre el bien y el mal, entre el Yang y el Yin, la alternancia eterna y cíclica de cuadros blancos y negros, altos y bajos, vida y muerte, espacio y tiempo. 

AJEDREZ Y VASTU PURUSHA
La forma del tablero de ajedrez corresponde al tipo "clásico" del Vastu purusha-mandala, diagrama que constituye también el trazado fundamental que sirve de esquema para la construcción de ciudades, templos, la fijación de ritmos universales, la cristalización de los valores cósmicos y ciclos.
El simbolismo está ligado al de la estrategia bélica en la que se desarrolla la lucha entre piezas blancas y negras, entre luces y sombras, entre los Titanes y los Dioses, y podríamos encontrar una conexión con la mitología hindú. El tablero de ajedrez normal tiene 64 casillas (64 es el número de la realización de la unidad cósmica para los orientales y son los hexagramas del ICHING). Este diagrama es un símbolo de la existencia, concebido como un "campo de acción" de los poderes cósmicos y corresponde a la Tierra (cuadrada) limitada a sus cuatro orientaciones. La cualidad geométrica del símbolo expresa el Espíritu; su extensión puramente cuantitativa expresa la existencia.

El ajedrez es una guerra idealizada que requiere táctica, estrategia, cálculo frío e intuición.
(Friedrich Durrenmatt)

El rey se mata o se da mate solo por la Reina
cuando ella muere su reino està medio perdido.

LA UNIÓN HACE LA FUERZA
Dicen que son los más débiles, pero si supieran que son la mayoría y juntarán sus fuerzas ningún gobernante permanecería en su trono, ellos son los artesanos, los agricultores, los pobres, las masas, los que sufren y se sacrifican por el objetivo final que pertenece a la casta del Rey, pero los gobernantes lo saben y hacen todo lo posible para mantener al pueblo dividido, sembrando entre él racismo, venganza, competencia, envidia y odio de todo tipo. Los peones son mayoría, son los luchadores de primera línea, son siempre los que inician los juegos de la vida. A veces el caballo (fuerzas armadas, son siempre pobres al servicio de los poderosos) puede hacer el primer movimiento en el ajedrez, pero quedaría expuesto y sin apoyo si la línea de peones no se abre y entra en juego.

INCLUSO EL REY QUE SUFRE ES UN PEÓN
El Rey y el Peón en el ajedrez son iguales, como lo son todos los seres humanos, en la dignidad, en la igualdad de derechos, pero también en la miseria y el dolor, de hecho el Peón tiene un movimiento o fluidez igual al Rey (puede moverse solo un casilla a la vez) solo que el Rey tiene el cobarde privilegio de retroceder mientras que el Peón, como las vanguardias en la guerra, se ven obligados a avanzar siempre y primero, son presa, son los pobres de la sociedad con un solo sueño: llegar al medio, al lado opuesto transformarse en un sueño  caído (regla del ajedrez, promoción: cuando un peón llega a la orilla contraria se puede transformar en cualquiera de las otras 4 piezas fuertes de la retaguardia y normalmente la más elegida es convertirse en una segunda Reina). En este caso el Peón alcanza su sueño real: el amo trabajador, el ignorante educado, el santo pecador, el pobre rico, el débil fuerte, etc...

Los pobres, las masas, son los que tienen el poder, pero no lo saben, no pueden gestionar su potencial. Los peones son el alma del ajedrez: solo ellos determinan el ataque y la defensa, la victoria o la derrota del juego depende enteramente de su disposición, ya sea buena o mala, todos los movimientos de las piezas fuertes se esconden detrás de los peones.

A menudo nos sentimos como peones en manos del destino, la vida es un tablero de ajedrez donde dos fuerzas opuestas se juegan un prestigio misterioso cuyo valor no nos sirve en absoluto. Sí, la vida es como tu primera partida de ajedrez: cuando empiezas a entender cómo funciona, ya has perdido y estàs bien jodido (cuando aprender a vivir es cuando la vida ya se te fue). Luego con el tiempo, donde hay tantas caídas, cuando crees que sabes jugar, entiendes que la vida misma sabe jugar mejor que tú y siempre habrá derrotas. Pero siempre encontrarás a alguien que juegue peor que tú y te dará esa satisfacción inútil y vana de saber más.

La pareja real en el ajedrez es la metáfora perfecta de la pareja en la vida: el rey aparentemente cuenta más pero puede moverse de forma limitada, la reina, por el contrario, siempre hace lo que le da la gana.

AJEDREZ ENTRE ENERGÍAS Y MOVIMIENTOS
Quien juega al ajedrez, sabe lo valioso y preciso que es cada movimiento y cuánta energía se esconde detrás de cada movimiento. Las cuatro esquinas del tablero de ajedrez también permiten que una mente clara se oriente siempre. El mundo dual del ajedrez está en juego: blanco y negro, luz y sombra, Yang y Yin. Asignar las cajas a los peones de los cuatro elementos tradicionales es una operación aparentemente más compleja, pero conociendo las "reglas" que ordenan el espacio sagrado es posible realizarla rápidamente:
Vivimos en un mundo regido por una energía eléctrica = el sol, este representa la luz, el Yang, el Norte. El Sol en el cielo se mueve de este a oeste, pero sabemos que es un movimiento aparente, porque, en realidad, es la tierra la que se mueve de oeste a este. Este movimiento de rotación genera resistencia en la matriz del éter que rodea al planeta, uno de cuyos efectos es la generación de un viento que va de Este a Oeste. Por lo tanto podemos asignar el cuadro Noreste (amanecer) al elemento Fuego y el cuadro Noroeste (atardecer) al Agua. Pero somos tierra, energía magnética, esto representa la oscuridad, el Yin, el Sur. Si no nos conectamos con la luz (a través de la meditación, el espíritu, la belleza) permanecemos apagados, por eso el flujo al activarse crea el contacto con el resto de los elementos: el aire en el Sureste y la misma tierra en el Suroeste. En el centro del tablero se colocará el quinto elemento, el Éter, que, también geométricamente, representa el centro de la Armonía y el núcleo pulsante de toda la estructura oscilante.
En cada etapa del juego, el jugador es libre de elegir entre varias posibilidades; pero cada movimiento llevará consigo mismo una serie de consecuencias inevitables: la necesidad limitará aún más la libre elección, garantizando que el final del juego no represente el resultado del azar, sino el resultado de leyes rigurosas. Es aquí donde se revela no sólo la relación entre voluntad y destino, sino también entre libertad y conocimiento, entre quièn sabe jugar y quien improvisa.

UN SÍMBOLO DE VIDA
No es la lucha entre el bien y el mal
pero entre el conocimiento y la ignorancia
entre luces y sombras
entre dioses y titanes
entre ángeles y demonios
entre el Ego y nuestra conciencia

Un rey de la India quería saber si el mundo obedece a la inteligencia o al azar. Dos sabios, sus consejeros, dieron respuestas contradictorias y, para probar sus respectivas tesis, uno de ellos tomó como ejemplo el juego de ajedrez, en el que la inteligencia prevalece sobre el azar, mientras que el otro trajo los dados, imagen del destino.

LA GRANDEZA DE LO PEQUEÑO
Los peones son quienes hacen el trabajo sucio, el trabajo más duro, crean barreras, pasos, son presas de caza, carne al anzuelo, crean distracciones, conquistando el primer puesto de avanzada para iniciar la batalla. Hay 8 peones en cada lado (8 blancos y 8 negros). Este número tiene varios significados esotéricos: 8 es infinito porque es el número del equilibrio cósmico (después del séptimo día el octavo es eterno), la forma octogonal es la de los templos budistas articulados sobre quien hace girar la rueda central al igual que el universo. En el Tarot es el número de la Justicia, universalmente se le considera el número "defensor" del equilibrio cósmico. Si multiplicas los peones blancos por los negros tienes la integridad de todas las casillas del tablero: 8x8=64 tal como sucede en el IChing: en la filosofía oriental, la interacción cósmica del Yin y el Yang crea el llamado " número Ocho o fuerzas de la naturaleza" (Los Bagua del I Ching). Estos, en conjunto, dan forma a los 8 trigramas. Éstos, a su vez, dan origen a los sesenta y cuatro hexagramas del I Ching, il libro de las mutaciones. Los peones son, por tanto, las 8 fuerzas de la naturaleza: cielo-tierra, fuego-agua, viento-trueno, montaña-lago. Los peones son nuestras fuerzas ingenuas, los novatos, el entusiasmo de la vida dispuesto a sacrificarse para proteger, dar oportunidades, hacer avanzar a los demás, es la ilusión de los enamorados, la locura de la juventud. Son nuestra dimensión más humilde y divina, de hecho es la única pieza de ajedrez que se transforma en otra persona, en otra pieza. Y cuando están protegidos pueden resultar decisivos para la victoria.

Cuando los poderosos discuten, los débiles siempre mueren.

EL MOVIMIENTO ESTÁTICO DEL PEÓN, LA SOMBRA DEL REY
Hay dos piezas que se mueven muy lentamente en el tablero: el Peón y el Rey. Sí, exactamente opuestas, el último y el primero el obrero y el patrón. Su posibilidad de movimiento es la más lenta, solo un cuadrado, es como en la naturaleza lo que menos parece moverse es el que nunca se queda quieto, en la naturaleza todo está en movimiento especialmente lo que creemos estático es la base del movimiento de todo lo demàs. El Peón es la reina del movimiento, es el ser estático en el mundo dinámico, es la fuerza imperceptible que atrae y activa estrategias, otros movimientos. Los peones siempre avanzan, no se detienen en el sentido de que no pueden retroceder, son como el tiempo lanzado al espacio, mientras que el Rey puede moverse torpemente a su alrededor con el mismo movimiento. En otras palabras, el Rey demuestra con su movimiento que es un peón mayor, sólo que se esconde bajo una corona con privilegios, pero como el peón es débil, demasiado débil para ser arrogante; humano, demasiado humano para creerse divino; indefenso, demasiado visible y el objetivo de todos para no ser como un humilde peón y aceptar que necesita de los demás. Solo los grande admirar los pequeños, solo los grande jugadores de ajedrez saben que toda la potencia de las piezas grande se esconden detràs de los peones.  

EL FILÓSOFO Y EL AJEDREZ
Alguien dijo que la vida es demasiado corta para jugar al ajedrez, de hecho porque el ajedrez es tan complejo que requiere tiempo para reflexionar y pensar, mientras que la vida se escapa, vuela... así que mejor vivir que pensar. Tanto para el filósofo como para el jugador de ajedrez esto no es así: es mejor pensar en cómo vivir para no desperdiciar jugadas útiles o hacer jugadas fatales. Nuestra sociedad tecnológica desarrolla una mentalidad perezosa (al no poder leer el libro, es mejor ver la película, el libro requiere actividad y esfuerzo, mientras que la película la absorbes pasivamente), por lo que lo que más molesta, al parecer, es la naturaleza del esfuerzo mental, cosa que el ajedrez impone, pero para los filósofos el análisis es también una acción ardua, por eso hay una afinidad entre el filósofo y jugar al ajedrez: ambos se preguntan qué significado tiene y cómo resolver el juego existencial de vivir y de hecho los filósofos y los ajedrecistas siempre han sido vistos como personas extrañas, excéntricas, al borde de la normalidad. En cambio, tanto los filósofos como los ajedrecistas saben que vivir fuera del conocimiento de las reglas de este juego que es la vida, no tiene sentido, si queremos llamarnos humanos y racionales. Mejor pensar cómo vivir de lo contrario terminarás pensando: ¿còmo he vivido?

La vida no es lo suficientemente larga para jugar al ajedrez,
pero esto es un defecto de la vida, no del ajedrez.

La sociedad vive de la admiración de los poderosos: reyes, reinas, obispos (Alfil), caballos y las torres que son nuestros modernos rascacielos, pero la sociedad se mueve gracias a la fuerza de los campesinos, los artesanos, los simples trabajadores: los peones.



EL PEON... EL CAMINO DEL INICIADO
La catedral gótica, como el tablero de ajedrez, es al mismo tiempo un espacio sagrado y una escuela de vida. El peón encuentra un trono divino frente al horizonte, porque en todos los templos la entrada está al oeste mientras que el sol está al este, en el tablero de ajedrez los reyes están al norte y al sur, por lo que el peón se encuentra inmediatamente en ese espacio central que es temporal. Una vez correctamente orientado el tablero, inmediatamente llama la atención la posición del Rey, colocado en la entrada ideal al espacio sagrado, en exacta correspondencia con la primera piedra del eje temporal, del camino de la redención que se encuentra en frente del peón. Como en el juego, incluso en el espacio sagrado, existe un camino estrictamente preestablecido que debe conocerse para acceder a las "fuerzas" divinas. El peón tiene un propósito, como el iniciado: transformarse, transfigurarse, iluminarse, despertarse con su verdadera esencia que es el poder de ser Todo en todos: Generalmente se convierte en Reina, pero puede elegir cualquier forma, como el alma de aquellos que han recorrido todo el camino, se adaptan a cualquier situación con todas sus fuerzas.

AJEDREZ Y TAROT
El tablero de ajedrez está formado por 8 líneas horizontales y 8 líneas verticales que dan como resultado 8×8=64, por lo tanto el número cabalístico 6+4=10 que representa el arcano n. 10 del Tarot “La Rueda”. 10 es lo Divino, la plenitud dentro de la cual gira el ciclo dual del Universo. Si se observa con atención, los arcanos del Tarot también tienen dos reinos: uno divino (Papa y Suma Sacerdotisa) y otro humano (Emperador y Emperatriz). A su lado hay un sinfín de personajes que tienen una característica particular que puede orientarse hacia la dimensión terrestre: la justicia y la fuerza como abanderados o alfil; la templanza y el jinete como caballos de acción; La torre y los ahorcados o caídos de las torres, como baluartes de guerra. Pero también está la hueste de la dimensión espiritual: Los abanderados espirituales son el mago y la muerte, mientras que el loco y el ermitaño son los caballos impredecibles y finalmente las barricadas o fortalezas son el diablo y los amantes. Para derrotar los condicionamientos pasados ​​no deseados (Samsara) debemos darle la bienvenida al arcano en nuestras vidas n. 8 que representa “La Justicia armada con espada y balanza para poner al iniciado en el camino correcto”, pero también debemos aprender a caer, arcano 16 la Torre (16 son los lados del tablero de ajedrez 8+8). Las piezas en cambio son 6 (Rey, Reina, Alfil, Caballo, Torre y Peón) que en el Tarot es el número de elección, de los amantes, porque en la vida como en el ajedrez cada paso es una decisión basada en una elección de amor.
Hay 32 cuadrados blancos además de los negros. Cabalísticamente el 32 serìa al arcano 5 (3+2=5) que corresponde en el ajedrez al Rey terrenal o al Papa espiritual, los espacios donde nos movemos. Los peones, en cambio, son todas aquellas fuerzas de la naturaleza que llevan a término el flujo de acciones en el universo y por tanto los restantes arcanos: sol, luna, estrellas, rueda, mundo y juicio.

El ajedrez es un juego demasiado serio para llamarlo juego.
Sin risas, sin bromas, sin bromas, sin lugar para hacer trampas.
Pero es esta seriedad la que hace que el juego sea digno de admiración,
es esta admiración la que crea la atmósfera sagrada:
de silencio, de espera, de escucha del propio razonamiento como meditación,
respeto por el tiempo y la concentración del oponente,
incluso se siente la soledad, es decir, la presencia única de la acción inminente.
Por esta razón el ajedrez es elegante, extáticamente sublime.

LA LUCHA ETERNA ENTRE EL BIEN Y EL MAL
Blanco y Negro, siempre opuestos en su eterna batalla, a veces se gana, a veces se pierde, a veces gana el blanco, otras veces el negro, interioridad y exterioridad, este es el simbolismo de los dos Reyes, la polaridad del Ser. En una partida todavía te encuentras frente a las blancas que te atacan inmediatamente y, sin embargo, son buenas (el blanco ataca, es la luz la que busca pleito, no la oscuridad), mientras que las negras empiezan a la defensiva y, sin embargo, son malas. Esta es la fasa mentalidad del dualismo. En el ajedrez las negras siempre están en desventaja, como nos hace creer la moral del bien frente al mal, pero al final esa ligera ventaja del blanco no permite que nadie crea que está a salvo, porque la vida te hace entender que el contraste es no entre el bien y el mal sino sólo entre la inteligencia y la ignorancia, incluso el blanco puede dar pasos equivocados y perder su supremacía. Los colores en el ajedrez nos enseñan que tanto el bien como el mal radican, no en el color, sino en la forma en que te mueves, no son las cosas las que son buenas o malas sino lo que haces con las cosas, es la intención lo que importa.

Cuando logras mover un peón con maestría y poner en dificultad al enemigo, eres capaz de comprender cómo el dedo invisible de Dios puede actuar en la creación sin ninguna ostentación, porque èl es Todo en todos. El Peón que tiene la posibilidad de coronar la línea opuesta demuestra que es la única pieza que tiene alma de transfiguración, de reencarnación, de evolución. Ni siquiera la Reina puede darte tantas esperanzas como un peón que corona su meta y llega al final de su recorrido.

LA NATURALEZA DE LOS MOVIMIENTOS
Al observar la estética de los movimientos de las piezas de ajedrez podemos ver algunos rasgos específicos también en nuestra forma de actuar psicológicamente:
- El rey es la razón por la que se mueven todas las demás piezas.
- La reina es el espíritu de la razón, pura inspiración, la ninfa del movimiento.
- La Torre tiene un movimiento pesado, duro, decidido, su firmeza y dirección siempre recta y directa nos dice que el reino necesita otro escenario o ángulo: Cuando la Torre se mueve muchas veces la ciudad está en emergencia, es un movimiento, un traslado. La Torre indica paciencia (la mayor parte del tiempo está inmovilizada), pero también son los carros de guerra. La torre es masculina: movimiento axial, por tanto, lógico, decisivo, viril.
- Los caballos tienen el movimiento menos esperado, es el salto cuántico de la intuición, el más elegante del ajedrez, es una danza dinámica en el espacio estático.
- El alfil es como un cuchillo, sus movimientos diagonales a menudo profundos asustan, son diplomáticos ya que tienen una visión muy amplia (es la única pieza que domina el color opuesto: alfil negro siempre sobre diagonales blancas y alfil blanco sobre diagonales negras ), por tanto es dominio de lo dual, de lo contrario. El alfil tiene una fuerza masculina però movimiento femenino, de lado (es un movimiento de caderas): el movimiento diagonal es, por tanto, discreto y perspicaz.
- Los movimientos de los peones son lentos, torpes, casi tímidos, pero inquietos como los niños cuando tienen que soltarse.

El ajedrez es un mar
donde un mosquito puede beber
y un elefante bañándose

LA METÁFORA DE LA PAZ ARMADA
El ajedrez se presenta a simple vista como una metáfora de la guerra: dos ejércitos luchan para defender a su Rey hasta conquistar la corona del Rey enemigo. Pero en la antigüedad había dos dioses de la guerra: Marte (masculino) y Minerva (femenina). Marte es la espontaneidad vital, el instinto, la fuerza bruta y por tanto la guerra que las personas libran a diario para vivir a nivel material (guerras en la escuela para sacar notas, guerra para tener un trabajo, guerra para conquistar un amor, guerra para comprar un casa....) este es el nivel de quien juega al ajedrez sin comprender lo que se esconde detrás: Minerva, ella es la intuición que comprende que Marte y su guerra están aprisionados en un juego infantil, la jaula racional que él mismo creó dando más valor al dinero que al hombre que se mata para tener dinero, entonces la guerra vale más que la paz, la muerte más que el soldado, por lo tanto el juego de ajedrez sería por el contrario el símbolo de la esclavitud del hombre. Minerva es la intuición psicológica que quiere liberarse de este condicionamiento social, entonces se establece una guerra interna, ya no brutal donde gana el más fuerte o el más violento o astuto, sino el más inteligente y donde sabe aplicar la mejor estrategia. Si el sistema social o el tablero de ajedrez se ha convertido en una farsa marciana, Minerva es la espiritualidad que nos ayuda a escapar hacia la mejor estrategia, la de comprender cada jugada, predecir las siguientes (futuro) y mantener cada peón bajo control (experiencia).

El ajedrez es un culto, se entra en él como un templo de jugadas, de números, de movimientos, de contrastes incalculables. Es puro arte, te sientes fuera del tiempo por eso tiende a durar toda la vida cuando encuentras el juego de la vida. Tiene algo de espiritual, porque también estás ante la fe en ti mismo, sabes que hay una corona para quitar o quitársela pero no sabes cuál, es pura fe. No sabes el momento en el que llega la caída, porque aunque hayas hecho 20 movimientos correctos, un movimiento en falso es suficiente para derribar todo el castillo.

EL ALFIL
Es el primero que encontramos a la derecha del Rey Blanco y a la izquierda del Rey Negro. Sabemos bien que la derecha del Rey es un lugar de honor, pero el Rey Negro lo ha reservado para su Reina, mientras que el blanco, a pesar de ser considerado como un color de transparencia y pureza, en el ajedrez esconde una debilidad, el alfil es la mano derecha del Rey, porque el blanco representa el aspecto externo y por tanto social, el negro el íntimo y el espíritu de las profundidades. El Rey Blanco necesita un consejero, un diplomático y a nivel militar, el alfil es el arquero, ataca desde lejos y con prudencia (los caballeros son la caballería, los alfiles son los arqueros, las torres son la artillería). El Rey negro en cambio le da a su Reina el puesto que merece, sin apariencias sociale, a su derecha. El Blanco en este caso es màs diplomático, convencional, su Reina a la izquierda pierde prestigio espiritual. Asì son las relaciones sociale: basadas en el oportunismo. 

EL ANTIGUO ALFIL
La palabra alfil proviene del árabe al-fil y también del persa pil y significa elefante.
En el año 1000 la pieza del alfil era un elefante, la torre un camello y la dama una visir. En los países de habla inglesa se le llama obispo. En lengua italiana, sin embargo, el término significa abanderado e indica al soldado que, hace varios siglos, era el encargado de portar el estandarte de su ejército. Sin embargo, sigue siendo una palabra elegante para su papel diplomático en el tablero de ajedrez junto al Rey. El alfil es el diplomático, el consejero, el mediador, el mensajero, originalmente eran elefantes que llevaban una torre fortificada sobre sus espaldas.

EL OBISPO
En los países de habla inglesa al abanderado o Alfil se le llama Obispo, su nombre se debió a la influencia de la Iglesia Católica en la Edad Media y a la similitud del abstracto árabe con la mitra utilizada por los obispos de la época. Pero también es importante entender cuánto influye la religión indirectamente (en diagonal como se mueve el abanderado) en las guerras, en las estrategias de gobierno, en la política y en determinadas funciones sociales. Su apariencia es lealtad y de hecho es la única pieza que no puede cambiar el color de los cuadrados sobre los que se apoya en sus movimientos diagonales. Por lo tanto cada color tendrá un alfil claro y un alfil oscuro y esto te da una sensación de igualdad: los blancos tienen un emisario que sabe moverse en el campo negro y los negros tienen un emisario que sabe moverse en el campo blanco. Es el juego de la diplomacia política que solo saben hacer los religiosos con sus promesas de paz. Durante el juego el alfil gana más fuerza a medida que disminuye el número de piezas presentes y por tanto se abren más líneas (diagonales) sobre las que puede operar, como en la vida, cuando la gente tiene menos esperanzas se abre a los mensajeros de Dios.

AJEDREZ Y ESTRUCTURA SOCIAL
Otra metáfora que emerge dentro del plan de ajedrez es la estructura social: hay un gobernante (Rey y Reina) apoyado por el Clero que limita el poder político con refuerzos religiosos (Alfiles), están rodeados por la burguesía (Los caballeros) cuyas jugadas rompen reglas de otras personas pero dan movimiento económico a la sociedad misma. Las Torres son la fuerza armada y los peones son los campesinos (en español peón = trabajador). En esta estructura la lucha es posible si nos mantenemos unidos y todo es agradable hasta que termina el juego, pero la victoria siempre es de un elegido. Es triste, sin embargo, cuando la vida social se convierte en una competencia de unos contra otros, porque lo que unos construyen, otros lo destruyen para prevalecer: las luchas entre barrios, entre clases sociales, entre naciones tienen su origen en la lucha interna en la familia entre los propios cónyuges y los hermanos. Pero en fin de cuentas somos todos piezas en manos de quièn non gobierna (El Rey). Cualquier política es solo una monarquía enmascarada.

El ajedrez te da la emoción de acercarse siempre a la perfección, por eso cada partida se decide por un error, no importa si es nuestro o de nuestro oponente. Quien cometa el penúltimo error gana el juego. Esto le da una dignidad al ajedrez de tipo psicológico: se aprende màs de los errores que de los aciertos.

UN MOVIMIENTO SINIESTRO
El modo en que se mueven los alfiles es siniestro, impredecible a distancia, en diagonal, partiendo de la derecha de la realeza, son diplomáticos, casi como para significar cierto rigor o, por qué no, incluso el fanatismo de los súbditos, incapaces de trascender su visión partidista y parcial, por eso son también personas religiosas (llamadas obispos en inglés) pero también mensajeros reales, llamados abanderados, que sostienen y hacen alarde del estandarte real. Su fluidez en el tablero es aguda, tienen un estilo social, burocrático y altivo. El alfil es nuestra apariencia social, el modo educado con el que nos presentamos a los demàs, no necesariamente altivo pero siempre queriendo hacernos ver por lo alto, de hecho el alfil es una figura muy esbelta. Como vicio representa nuestra arrogancia. 

Nunca he podido entender el ajedrez.
Son demasiado desafiantes para ser un juego, pero la jugabilidad es tan atractiva que se convierte en un compromiso total. Hay demasiada ciencia para ser un juego y hay demasiado juego para ser ciencia. Es demasiado esotérico para ser un juego abierto, pero aquellos que saben cómo jugarlo siempre esconden esotéricamente el movimiento ganador detrás de una apariencia. Por eso tienen algo sabio pero también turbio

En la vida o eres un jugador de ajedrez
o eres un pieza de ajedrez

AJEDREZ Y ASTROLOGÍA
Según la astrología védica, existen conexiones bastante claras entre el juego de ajedrez y la astrología, lo que sugiere que el ajedrez es un juego "fomentado por leyes universales". El tablero de ajedrez recupera el concepto de "dualismo" en el mundo de la materia positivo y negativo, masculino y femenino, luz y oscuridad, alto y bajo, bien y mal, que se cruzan en el patrón de vida de cada ser humano. El tablero de ajedrez delimita un espacio "especial", en el que cobra vida un gran juego universal en el que los poderes de la luz y las tinieblas compiten por el dominio del mundo, haciendo que el campo en el que nos encontramos operando cada uno de nosotros, esté impregnado de fuerzas en conflicto.
En el ajedrez tenemos 6 símbolos, las piezas (Rey, Reina, Alfil, Caballo, Torre, Peón), pero al ser blancas y negras se convierten en 12 como los signos del zodíaco; en astrología tenemos 7 símbolos, los 7 planetas tradicionales (Sol, Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno) mientras que en ajedrez tenemos 6 piezas + 1 (porque el peón es neutral y se puede convertir, puede ser tanto masculino como femenino), por tanto la correspondencia con los planetas quedaría así:
El Rey (SOL) tiene movimientos limitados por la manifestación, él es la ley y el orden.
La Reina (LUNA) representa a la Gran Madre Universal, el principio femenino cuyos movimientos irradian por todas partes; se considera la pieza más poderosa, siendo la que goza de mayor movilidad.
La Torre (SATURNO), su movimiento es el cuadrado, representa el poder temporal.
El Alfil (JÚPITER) es el poder espiritual, cuyo movimiento es el triángulo en diagonales.
El Caballo (MARTE) es el iniciado, su movimiento es el salto intuitivo, ataque y guerrero.
Peón (VENUS y MERCURIO) tiene un planeta doble por una sencilla razón: intenta recorrer el tablero con sus pequeños pasos para redescubrir su propia Grandeza, que llegará si alguna vez llega a la última casilla del lado opuesto al que partió (camino iniciático) y habrá superado las pruebas que se teme que amenazan su vida a cada paso, entonces podrá convertirse y revelarse ya sea en hombre o en mujer porque puede transformarse en la Reina (Venus) o en cualquiera de las otras piezas ( Mercurio).


LA NOBLEZA DEL CABALLO
Una de las piezas fundamentales del ajedrez, además del alfil, el caballo es la segunda pieza ligera. En la imaginación humana, el caballo evoca libertad y belleza, fuerza y ​​nobleza, valor y tenacidad, pero no siempre fue así, utilizado como instrumento de guerra también se convierte en un símbolo negativo de devastación y guerreros entrantes. Incluso en la persecución, cada movimiento causa ansiedad, porque su movimiento le permite golpear 360° cuando está en campo abierto, por lo que el caballo nos hace girar la cabeza alrededor de la pieza para ver dónde salta y golpea. Mientras la gente común para dormir cuenta ovejas, los ajedrecistas cuentan caballos. El caballo es la intuición y la destreza de la psique 

EL MOVIMIENTO DE LA IMAGINACIÓN
En el ajedrez el caballo es impredecible, su facilidad para poder moverse por un campo abierto en todas direcciones, saltándose otras piezas, lo hace hábil y peligroso. Es el salto a la imaginación, es la única pieza que cada vez que se mueve crea movimiento, danza, perplejidad. La forma inusual de moverse del caballo es a menudo fuente de amargas sorpresas para quienes subestiman el poder de esta figura del ajedrez. El movimiento llamado "el tenedor del caballo" lo demuestra: consigue poner en jaque al Rey, obligado a moverse, y luego destruir a la Reina, que la deja inmóvil e indefensa. Con cada uno de sus movimientos, el oponente se ve obligado a mirar a su alrededor para evaluar todos sus peligros. Es el salto a lo surrealista, a dimensiones de posibilidades que una vez realizadas se creían imposibles. Es por eso que se dice "galopar con la imaginación".

Los caballos en las esquinas del tablero están tristes, se sienten como si estuvieran en el establo, están como agua frente al terraplén, muy limitados. Muchas personas o situaciones te hacen sentir como un caballo en un balcón. El caballo, símbolo del pensamiento intuitivo, necesita espacio ilimitado para moverse, incluso en el ajedrez.

EL PASEO DEL CABALLO
Respecto al problema del "giro del caballo", es decir, la posibilidad de hacer que el caballo recorra todo el tablero tocando todas las casillas una sola vez sin repetir una sola. Si las casillas inicial y final todavía están unidas por el movimiento del caballo, el viaje se llama "cerrado", en caso contrario está "abierto". En la figura mostramos una solución al problema, un viaje "abierto", pero con un esquema especialmente elegante, propuesto por Dudeney. Los movimientos obvios son como en el I Ching 63 + 1 desde el punto inicial = 64 y los hexagramas del I Ching son justamente 64.


Un pequeño número de elementos simples que unidos dan infinitas combinaciones. Los elementos de la química, pero también el alfabeto, las notas y los números. Las reglas del universo son invención de un jugador de ajedrez.

Los siete pecados capitales del ajedrez son: superficialidad, voracidad, miedo, inconstancia, pérdida de tiempo, bondadismo, inmovilidad.
(Xavier Tartakower)

El tablero de ajedrez es el mundo. Las piezas son los fenómenos del Universo. Las reglas del juego son lo que llamamos “las leyes de la Naturaleza”. Jugar es vivir y sentir lo desconocido que te rodea revelándose ante ti.

LA TORRE
Las torres dominan las esquinas del tablero y por ello parecen fortalezas majestuosas y en realidad están representadas como "torres de asedio". En el antiguo juego indio se representaban como torres sostenidas sobre elefantes pero con el tiempo desaparece porque, como ya hemos comentado, en árabe la palabra al-fil y también del persa pil significa elefante y esto habría dado lugar a una clara confusión. Para los persas, inicialmente las torres eran carros. La fuerza de las torres se considera mayor que la del alfil y el caballo, y cambiar un alfil o un caballo por una torre se define como un intercambio conveniente (llamado ganancia de calidad). La mayor fuerza también se demuestra en el final, donde una torre con su rey es capaz de vencer sola al rey del oponente, algo imposible de lograr con la ayuda del rey por parte de un caballo o un alfil. Dos torres juntas se consideran un poco más poderosas que una Reina. En conclusión, la reina y la torre se llaman piezas pesadas, mientras que el alfil y el caballo se llaman piezas ligeras.
Como en las guerras, las torres, como en el ajedrez, suelen ser las últimas en caer, de hecho se dice que cuando la Torre se mueve la ciudad suele estar en emergencia, es un movimiento, un traslado, un grito de alarma alarmante. La torre esotéricamente en nosotros es la fuerza de la voluntad, la constancia y la perseverancia. 


ENROQUE
Un movimiento particular de la torre, que se realiza junto con el rey, es el enroque, introducido en las reglas del juego en 1560. Este movimiento en particular sirve para poner al rey en una posición más segura, en inglés el término utilizado es CASTLING lo que nos permite comprender bien la actitud del Rey: se encierra y se protege detrás de los muros de su castillo. Es el único movimiento en el juego de ajedrez que involucra dos piezas en el tablero al mismo tiempo. Se puede hacer tanto a izquierda como a derecha, es decir, enroque ancho o corto.
Este movimiento nos enseña prudencia y previsión (también porque no se puede hacer si estás bajo ataque o incluso si el rey ya ha sido movido anteriormente). El ajedrez nos enseña que retirarse muchas veces no es cobardía sino prudencia, admitir la necesidad de protección es humildad pero también sabiduría de quien se hace más seguro y más fuerte.

El ajedrez es una guerra que se libra sobre el tablero. 
El objetivo es aplastar la mente de tu oponente.
(Bobby Fisher)

He podido encontrar en el ajedrez como en la vida, esos jugadores que no son buenos, no tienen movimientos brillantes, no tienen táctica ni precisión... Nada. Pero sólo tienen una cualidad: llevan al oponente a cometer errores, son como chacales, saben tender la trampa y esperar, luego, cuando caes en la trampa, están listos para devorarte. La mayor habilidad en el ajedrez reside en no permitir que tu oponente te demuestre de lo que es capaz de hacer. En este sentido, este tipo de jugador tiene instinto religioso e intuición política, porque por un lado resulta ingenuo pero por otro cuando gana resulta ser astuto y cìnico.



"El ajedrez es un juego de lucha puramente intelectual que no tiene nada que ver con la suerte"
Richard Reti

"Se puede aprender mucho más de un juego que se pierde que de uno que se gana".
— José Capablanca

Relación entre táctica y estrategia
Para jugadores poco avanzados, la partida es simplemente una sucesión de episodios tácticos, a menudo no relacionados entre sí. Las partidas parecen ganarse o perderse casi por azar, por ejemplo, al “hacer una mala jugada” que pierde material. El gambito de rey es la táctica más común contra los novatos, parece ofrecer al oponente grandes posibilidades pero es una estrategia llena de trampas. Al principio muchas veces no vemos que las ventajas son ilusiones, que la debilidad del enemigo esconde un golpe mortal. El ajedrez siempre enseña esta prudencia. En la vida pasa los mismo: los novatos pagan el entusiasmo y la poca experiencia con dolor y derrotas.
Al avanzar en el juego, sin embargo, los jugadores adquieren un control tal que los errores más graves van desapareciendo. A partir de entonces, el juego a menudo se define a favor de quien posee una mejor comprensión de cómo jugar una determinada posición, un mayor entendimiento estratégico. En este sentido, jugar al ajedrez es como la vida: te enseña mejor y más con derrotas que con victorias.

"Cuando alguien juega al ajedrez por primera vez, es como un hombre que ha entrado en contacto con un virus... Va por la calle y todavía no sabe que está enfermo. Está sano, se siente bien, pero El virus ya está haciendo efecto".
—Mijail Tal

"El ajedrez no es un juego para dictadores por varias razones. La primera es que es un juego transparente. Toda la información está 100% disponible."
- Garry Kasparov

El encanto del ajedrez es que vives la tensión de la guerra en paz, en medio de un silencio casi sagrado, durante una partida sientes que debes ser una combinación entre un monje budista y un tigre siberiano, entre un ángel tranquilo y un demonio que planta trampas por todas partes. Los vicios y las virtudes salen juntos. El tablero de ajedrez es similar a una conciencia, hay infinitas aventuras por explorar. La verdad es como la mejor jugada del ajedrez: existe, pero hay que buscarla.

LA REINA
La reina sobre el tablero de ajedrez es un espejismo divino: la única mujer, brillante, muy poderosa, rápida, esbelta, emancipada y sobre todo impredecible, en medio de un campo de tensión, emociones, una guerra fría y, además, silenciosa. Existe, pues, el ambiente perfecto, a nivel psicoanalítico, para analizar el complejo de Edipo: el único objetivo es matar al Rey (el padre) y el único deseo es comerse a la Reina (follar a la madre). El ajedrez es un juego puramente masculino que adora a la mujer bajo la apariencia de un hipotético Rey. Otro sueño permanece: convertir un peón en otra Reina, esta metamorfosis es un instinto de nuestra parte psíquica femenina que quiere regenerarse, desarrollarse, transformarse y demostrar el valor de uno más allá de las apariencias.
Antes de que el juego llegara a Europa, sin embargo, no había ninguna mujer en el tablero, esa pieza se llamaba general, estratega, visir. A finales del siglo XV en Italia y España se establecieron definitivamente las reglas del juego modernas: la Reina sustituyó definitivamente a la anterior figura del Visir y todo esto por influencias de las monarquías europeas, donde el papel de la Reina cumplia una papelsocial muy importante a nivel familiar y social.

“FUE EL TABLERO DE AJEDREZ EL QUE ME GOLPEO. HAY TODO UN MUNDO EN ESAS SESENTA Y CUATRO CASAS, ME SIENTO SEGURA ALLÍ, PUEDO CONTROLARLO, PUEDO DOMINARLO. Y ES PREDECIBLE. SÉ QUE SI ME HAGO DAÑO ES SÓLO MI CULPA."

Serie americana de 2020, adaptación de la novela de 1983 de Walter Tevis. El título original: The Queen's Gambit, hace referencia al “gambito de dama”, una de las aperturas de ajedrez más antiguas conocidas, que consiste en ofrecer al oponente un peón del lado de la dama del tablero, para obtener una ventaja en la partida. De alguna manera la protagonista describe su vida con este movimiento: deja un lado de ella expuesto, aparentemente muy débil, pero en cambio sabe aprovechar su apertura para abrirse camino y vencer. Pérdida, destrucción y reconstrucción, venganza, victoria y derrota, son, por tanto, las notas y los tonos que caracterizan toda la historia, así como si fuera una partida de ajedrez. La serie describe la vida de una prodigio del ajedrez huérfana, Beth Harmon, durante su búsqueda para convertirse en la mejor jugadora de ajedrez del mundo mientras lucha contra problemas emocionales y adicción a las drogas y al alcohol. La historia también destaca la cuestión de la igualdad de género, dado que todos los grandes campeones de ajedrez del mundo siempre han sido hombres.
¿Puede surgir otro mundo más allá del tablero de ajedrez? ¿Un mundo exterior que se puede explorar gracias al borde mismo del tablero de ajedrez del que todo surge y comienza? Algunos movimientos, como la tolerancia a la derrota (a lo que Beth siempre reacciona con mucha ira y dolor), compartir un proyecto (amigos que indican posibilidades alternativas, apoyan y amplían los esquemas de Beth), el placer, la compasión, el respeto (incluso hacia el oponente) ¿pueden también incorporarse a la vida cotidiana? ¿No sucede esto también con el proceso analítico? Esta serie nos enseña que la vida no es más que una partida de ajedrez.

NO PUEDEN HABER DOS REINAS EN UNA COLMENA
Durante una partida de ajedrez se siente la misma presión que experimentan dos reinas dentro de una colmena: una debe ser eliminada lo antes posible. De hecho, cuando cae una reina, hay un aire de ligereza para quien ha conquistado este movimiento letal, aunque no siempre tenga éxito. Es bien sabido que el juego gira en torno al rey, pero la reina es la que sabe cómo girar en todas partes durante todo el juego.
El rompecabezas de las Ocho Reinas es un problema que consiste en encontrar una manera de colocar ocho reinas (piezas de ajedrez) en un tablero de 8x8 de manera que ninguna de ellas pueda capturar a otra, usando movimientos de reina estándar. Por lo tanto, una solución debe ser que ninguna reina tenga una fila o diagonal en común con otra reina. El problema fue propuesto originalmente en 1848 por el ajedrecista Max Bezzel, y a lo largo de los años muchos matemáticos lograron encontrar 92 soluciones. Este rompecabezas nos enseña una peculiaridad de las mujeres: mientras ninguna otra mujer interfiera en su horizonte puede existir entre ellas una posibilidad de convivencia.

LOS 6 MOVIMIENTOS ESTÁTICOS Y DINÁMICOS
El movimiento y cambio de las piezas en el tablero de ajedrez es fascinante. Todos parecen estáticos, sin embargo las estrategias que giran en torno a cada pieza son vertiginosas, puro dinamismo. Es el frío contraste de las piezas quietas y el calor de la mente que las ve todas en movimiento. Hay 6 movimientos, como las líneas de los hexagramas del I Ching:
- El Rey es el espíritu, siempre parece estático preso en la materia, no puede morir pero gracias a él todos buscan la vida, la victoria.
- La Reina es el alma, el jugo de la vida, pero aunque sea la más poderosa, al igual que el alma se puede perder y una vez que esto sucede en el juego sientes el peso mortal, como cuando se pierde el amor.
- El Alfil es la mente, el analista, el diplomático diagonal, siempre prudente. Su movimiento diagonal es propio de sus compañeros de marcha.
- El Caballo es imaginación, el que sabe saltar de forma impredecible, sabe crear huecos, horizontes y nuevas estrategias como un artista. Su movimiento de salto es típico de los maestros marchadores.
- La Torre es la fuerza de la voluntad, su peso se siente en situaciones críticas. Su movimiento axial o diagonal es propio de los aprendices en la marcha.
- El Peón es el físico con sus pasiones alborotadas, con sus sentidos dispuestos a sacrificarlo todo por el Todo y cómo nuestras acciones nunca pueden volver atrás; como las palabras y las emociones: está prohibido no expresarlas.

Mi preferencia entre una mujer en la cama o una Reina en el tablero de ajedrez…
Depende de la posición.
(Boris Spassky)

Si encuentras una mujer que realmente sabe jugar al ajedrez es un espectáculo celestial, porque la ves actuar sin hablar, una mujer silenciosa y eficaz es una criatura sublime, más única que rara. Por esta razón y no por casualidad, la Reina es la pieza más poderosa del tablero aunque no la más importante, a ella no le interesa la importancia como a las mujeres comunes, sabe que sigue siendo una reina.
A este respecto me viene a la mente una frase bastante machista del gran campeón Anatoly Karpov:
"¿Por qué no hay mujeres capaces de convertirse en campeonas mundiales de ajedrez? Porque no pueden quedarse calladas durante 4 horas seguidas."

Quienes juegan al ajedrez saben lo que significa luchar desesperadamente en algunas situaciones, pero también saben que la esperanza es la última en morir, así que no te rindas hasta estar seguro de que estás a punto de tomar tu último aliento.





LA ESPERANZA CONTRA TODA ESPERANZA
"Con el ajedrez aprendemos el hábito de no desanimarnos ante las malas apariencias actuales del estado de nuestras cosas, el hábito de esperar un cambio favorable y el hábito de perseverar en la búsqueda de recursos." —Benjamín Franklin

En el ajedrez la monarquía es absoluta
pero la reina hace lo que absolutamente quiere

“El ajedrez es un juego por su forma, un arte por su contenido y una ciencia por la dificultad con que se adquiere cierto dominio en su práctica.”
Tigran Petrosian

Más que nada, el ajedrez te enseña a ser objetivo

Hasta el hombre más fuerte del mundo necesita tener una mujer a su lado, porque cuando la vida es un desastre, cuando todo se complica, cuando sientes que no hay salida, como en una partida de ajedrez, entonces comienza la reina, se mueve y encuentra la solución y si no la encuentra te da el alivio de haber caído a tu lado

El juego de ajedrez es la sublimación del cerebro que se frota con sus hipótesis, casi diría que es una masturbación racional, el ajedrez para un intelectual se convierte en un amante silencioso y cómplice; la atención, la concentración, la tensión y las emociones tienen una dulzura de naturaleza puramente femenina.


 


LA MUERTE SIEMPRE LLEGA A TIEMPO
En la película de 1957 "El séptimo sello", dirigida por Ingmar Bergman, el caballero Antonius Block encuentra a la Muerte esperándolo, pero Block decide desafiarla al ajedrez para posponer su muerte, y la Muerte acepta el aplazamiento. De esta manera la única forma de retrasar el momento de morir es intentando vivir cada momento con más intensidad, el ajedrez en este drama nos enseña a detenernos y contemplar profundamente cada segundo que nos queda de tiempo. Aunque la vida está por delante, es decir, el primer movimiento de los peones blancos, la muerte, es decir, los negros, siempre va un segundo por detrás, porque en cada momento que vivimos también estamos muriendo al mismo tiempo.

Jugar al ajedrez es aprender a dominar el miedo a la muerte. En un juego tienes que predecirlo todo, incluso tu propio final. La soledad del ajedrecista ante el acercamiento del "JAQUE MATE" es similar a la del condenado a muerte.
(Francisco Szpinger)