EL SENTIDO DEL TACTO
Quinto y último sentido, el tacto que en nuestro tratado está relacionado con toda la piel que nos impregna, porque sabemos bien que el órgano más grande y extendido que tenemos es la piel y es a través de la piel que sentimos el sentido del tacto. Por esta razón se combina con el elemento éter o espíritu porque vivimos dentro del mar del espíritu. Toda nuestra piel emite vibraciones y recibe energía que, a su vez, a través de la cual el cerebro recibe información sobre el entorno que la rodea. Cuanto más estás en contacto con el espíritu, más sensible te vuelves, de hecho se dice "sentir" el entorno, las personas, las sensaciones. En cambio las personas que son toscas, groseras, sin espíritu, sentimos que están endurecidas, la piel del alma es insensible, tienen una especie de armadura, por eso decimos que no tienen sentimientos. El sentido interno asociado al sentido externo del tacto es precisamente el sentimiento, la capacidad de sentir con el alma, es decir, más allá de la piel.
Hemos asociado el símbolo de la secuencia de Fibonacci con el tacto porque las vibraciones de un tacto desarrollado y consciente crean una repercusión interna que se extiende en lo que en el mundo esotérico se llama la sección áurea (el número Phi), es ese número que está en nuestro cuerpo así como en las estrellas sobre nosotros, en el latido de nuestro corazón así como en nuestros pasos, en los pliegues de los cálculos matemáticos que giran en nuestras cabezas así como en la belleza de muchas de las cosas que nos rodean
SABER TOCAR EL ESPÍRITU
Del sentido del tacto surgen cualidades profundas, fíjate que no decimos superficiales aunque surgen en la superficie de la piel, son profundas: delicadeza, sensibilidad, empatía que sería ponerse en el lugar o en la piel del otro, es decir, sentir lo que siente el otro, por tanto, es un conocimiento de encarnarse en el cuerpo del otro a través del alma. Por eso encontramos aquí la sede de los sentimientos a nivel interior, porque los sentimientos, como la piel que recubre todo el cuerpo, son la piel del alma que recubre todo nuestro mundo interior. Las personas sin espíritu son herméticas, de alguna manera están cerradas dentro de un guante, imposible acariciarlas, permanecen distantes por más cerca que uno esté de ellas, sin el sentimiento somos aislados del resto del mundo.
CUÁNTO MÁS SENSIBLE ERES POR DENTRO MÁS SIENTES LA ENERGÍA AFUERA
Las personas que han desarrollado el sentido del tacto se vuelven sensibles, pero esto también despierta en ellas la capacidad interna de delicadeza. La palabra delicado proviene del latín “delizia” por lo que significa disfrutar del sabor o esencia de las cosas mediante el tacto. El deleite es la parte más sutil, suave y tierna de las cosas. La persona sensible siente el deleite de la lluvia, de los rayos del sol, de la ternura de un cachorro, de la delicadeza del viento, de la armonía del vuelo de un pájaro... en fin, en todas partes existe el deleite para un alma sensible. Está oculto. El tacto es considerado por muchos el más básico de los cinco sentidos y de hecho es el primero que se desarrolla desde el momento de la gestación y es fundamental para el bienestar físico y emocional.
EL TACTO ESTÁ EN TODAS PARTES SI ESTÁS EN TI MISMO
En nuestro mundo, la vista y el oído habitan los pisos nobles y superiores, el olfato y el gusto quedan confinados en los inferiores mientras, enterrado en el sótano, encontramos el quinto y último sentido, el tacto. Sin embargo, es desde abajo, desde el inframundo que, si se redime y se desarrolla, nos daremos cuenta de que el tacto está presente en todas partes y también impregna todos los demás sentidos. El tacto recibe la consistencia y la forma de las cosas, luego traduce la esencia de las cosas en sensibilidad y palabras, por eso a los niños pequeños les encanta tocarlo todo, explorar. Atención: no nos gusta que nos toque una persona con la que hemos discutido, aunque sea nuestro ser querido, ¿por qué? porque el tacto es la frontera de nuestra alma interior y transmite energía, si se rompe nos cerramos como un erizo. Los ciegos, por ejemplo, leen cada objeto con los dedos. Se dice que cuando Miguel Ángel esculpía acariciaba el mármol y su tacto le indicaba dónde se escondían las dulces formas dentro de la dureza de la piedra. Un mago usa el tacto, como un sanador, sabe que es el medio de transmisión más poderoso en todo el cuerpo. En todas las grandes teogonías y génesis, los dioses dan forma a las criaturas con el tacto, plasmando la arcilla. La medicina moderna lo confirma: los abrazos, las caricias, los apretones de manos reducen el dolor, aumentan la confianza, dan fuerza, porque la energía que emanamos a través del tacto interfiere con nuestro sistema nervioso, con nuestro estado de ánimo y nuestras hormonas. Así que, en última instancia, el tacto es un portal a los sentimientos internos del alma.
EL MÁS USADO Y EL MENOS CONSCIENTE
De todos los sentidos el que más utilizamos es el tacto y es del que menos somos conscientes, basta pensar que la mayor parte de nuestro cuerpo está siempre en contacto con muchas cosas que ni siquiera sentimos hasta que no nos moleste (los zapatos por ejemplo no los sentimos si no nos aprietan, lo tenemos todo el dìa en los pies sin darnos cuenta, lo mismo la ropa). La razón probablemente radica en el hecho de que hemos perdido la capacidad de reconocer las cosas sólo mediante el tacto y, por tanto, también de evaluar a las personas con la pura sensibilidad. Sin embargo, hasta la persona más tosca siente que puede confiar en su instinto animal y por eso, incluso sin conocer a una persona, se hace una idea a través de la piel, del puro tacto. Podemos decir por tanto que el alma también tiene piel, lo que llamamos emociones y sentimientos, cuanto más finos, evolutivos y refinados sean estos, más capaz será la persona de comprender toda la realidad que le rodea, incluso con los ojos vendados, como dicen, porque ve con el corazón, es el corazón el que siente la dimensión interior.
EL ALMA VIVE DE LA TERNURA
El psicoanalista austriaco René Spitz realizó un famoso estudio sobre niños de un orfanato privados de caricias y atención, descubriendo que después de sólo tres meses en el centro los pequeños se volvían apáticos, sus rostros se volvían inexpresivos y mostraban signos de retraso motor al permanecer inmóviles en sus catres. A partir de esta evidencia, el estudioso desarrolló la definición de depresión anaclítica, que se manifiesta durante el primer año de vida cuando el niño es separado de la madre y privado de los vínculos emocionales transmitidos por el tacto y las percepciones táctiles.
Incluso siendo adultos las cosas no cambian, si tratas a una persona con delicadeza influyes en sus pensamientos y emociones, a veces una sonrisa es suficiente para hacer caer las barreras de la desconfianza y el desagrado en otra persona.
LA PIEL DE GALLINA, EL ORGASMO EN LA PIEL
Este fenómeno ocurre de manera involuntaria cuando una persona tiene frío o experimenta emociones fuertes como: miedo, nostalgia, placer, euforia, asombro, admiración y excitación sexual. La piel de gallina surge como un sistema para retener el calor corporal, por eso son momentos en los que pierdes calor, fuerza, energía y psicológicamente cuando una emoción es tan fuerte que te congela por dentro. El tacto, por tanto, facilita la cohesión social, también porque la naturaleza lo ha hecho muy gratificante y agradable: cuando nos tocan con amabilidad, el ritmo cardíaco, la presión arterial y el cortisol, la hormona del estrés, se reducen y se produce oxitocina, una hormona que nos calma y da paz con el mundo. Por tanto, con las manos y el cuerpo nos comunicamos no sólo con gestos, sino que transmitimos emociones, sentimientos, incluso recuerdos y pensamientos.
HAFEFOBIA
La hafefobia es una fobia rara y específica que implica el miedo a tocar o ser tocado. Se trata de una aguda exageración de las tendencias normales a proteger el espacio personal, expresadas como miedo a la contaminación o la invasión, y que también se extiende a las personas que el sujeto conoce; en casos agudos, ni siquiera se dejan tocar por las personas con las que han interactuado relaciones íntimas. Las causas son muchas: el autismo, la violencia y los traumas infantiles, el bullying, el sentido de limpieza exagerado y psicótico, la necesidad de independencia, creerse puro e intocable o inalcanzable, por tanto divino, como los dioses no pueden ser tocados.
En psicología, el contacto físico es un elemento significativo de la comunicación emocional no verbal, es una de las principales formas de interacción entre las personas, favorece las relaciones y contribuye a la regulación emocional del individuo. De hecho, el tacto es el sentido que nos pone en contacto con el mundo y lo que nos rodea.
5 DIMENSIONES TÁCTILES
Incluso el sentido del tacto, como otros que hemos estudiado, se divide en 5 distinciones sutiles. Cada centímetro cuadrado de piel tiene aproximadamente 130 receptores táctiles, divididos en 5 tipos, que dan las siguientes sensaciones: frío, calor, tacto (son un conjunto de células que captan la sensibilidad), variación de presión y dolor. Estos receptores o células pueden verse dañados por diversas causas: traumatismos, virus, enfermedades inflamatorias, quemaduras en la piel, etc… que pueden provocar la pérdida del tacto. Por tanto, nuestra piel regula la temperatura de nuestro cuerpo, con termorreceptores repartidos por toda la piel nuestro cuerpo sabe que debe implementar mecanismos de calentamiento o enfriamiento. Las glándulas sudoríparas son las encargadas de liberar el sudor, regulando así la temperatura interna y externa de nuestro cuerpo. Además, en un mes cambiamos toda nuestra piel, para purificarnos, ya que en ella viven miles de millones de microrganismos y bacterias muy pequeños. ¡Y no es una cuestión de higiene, ya que viven en nosotros desde el momento del nacimiento de forma simbiótica!
Lo que mucha gente ignora es que todo lo que pasa en nuestra psique repercute en la piel: la inseguridad de los jóvenes produce acné, el nerviosismo produce exceso de sudor, nuestra hipersensibilidad produce alergias, o las hormonas de la felicidad, las endorfinas, facilitan la circulación de la piel, haciendo que la piel sea más vital y fresca y, de hecho, las personas más felices tienen una piel más sana. Si no tuviéramos el tacto de la piel sería como si todo el cuerpo estuviera anestesiado, por lo que no sentiríamos nada en absoluto, ni siquiera podríamos caminar, movernos, sentir un golpe, comer. Algunas personas que padecen anorexia nerviosa o trastornos del espectro autista pueden mostrar intolerancia a las caricias.
LA IMPORTANCIA DE LA OSCURIDAD
Siempre asociamos la oscuridad con el inconsciente porque es un lugar donde la luz de la razón no puede atravesar la densidad de la incomprensión, de lo que ignoramos, de esa dimensión que desconocemos. La oscuridad es esencial para mejorar el tacto porque en la oscuridad el individuo confía en el tacto y en la interacción del tacto con los otros sentidos y descubre nuevas perspectivas de "lectura". ¿Alguna vez has intentado vendarte los ojos y tocar objetos desconocidos? Es fascinante lo perdida que está la mente sin la ayuda de los otros sentidos. La oscuridad también se ha revelado preciosa desde el punto de vista de la preparación a la experiencia táctil porque protege del ruido y de la arrogancia de los ojos, coloca al individuo en una condición fructífera de escucha de cosas que ni siquiera había escuchado ni saber que podía sentir o poder guardar dentro de él. Es como si la oscuridad se convirtiera en una especie de lupa especial. Finalmente lo que no se puede ver a simple vista "renace" en el aparente silencio de la oscuridad, gracias a la colaboración de los sentidos liberados del dominio de la vista. Recordemos que en el útero el primer sentido que se desarrolla es el tacto y estamos a oscuras. En la oscuridad tenemos la posibilidad de renacer por la necesidad de expresar la nueva mirada, la nueva posibilidad de "sentir" las cosas en la oscuridad. No es casualidad que los monjes vivan a menudo sus liturgias en la oscuridad e incluso los grandes rituales místicos de los grandes magos y maestros estén todos envueltos en oscuridad.